miércoles, 11 de julio de 2007

A Mi Nuevo Amor

Hoy me apetece hacer un homenaje a la parte de la Tierra mojada, es decir, al mar, o más concretamente a la playa. Hasta hace más o menos un mes, no la había valorado realmente, y quien me lea pensará que soy muy rara, pero esto nos pasa con las cosas más elementales, ¿o no?
¿Es que valoramos como es debido al árbol de la esquina, aquél que utilizamos de urinario canino, o incluso de urinario infantil? Bueno quizás no sea la comparación más adecuada, gana el mar de calle, claro. Pero me refiero a que cuando tenemos algo tan a mano, y nos es tan familiar, tan evidente, nos dejamos de sorprender ante su presencia.

Bueno, pues el caso es que sólo quería dejar constancia de mi nuevo amor por la playa. En fin, ya sé que no es perfecta, sobre todo las de arena fina, que se te mete por los rincones más insospechados de tu ropa, y de tu cuerpo, y que cuesta más de echar de tu casa que a un amigo desocupado que ha venido a tu ciudad a verte unos días y se queda un mes. Aunque las de piedras gordas y cortantes tampoco es que te ayuden a relajarte mucho en tus paseos. Y ahora pienso en esos paseos por Cadaqués a lo largo de las rocas que se hunden en el mar, preciosos sí, pero un poco estresantes si van acompañados, encima, de tramontana.

Pero le perdono las imperfecciones, cómo no, y me gusta aunque me moleste a veces. Es lo que tienen los amores.



ejemplo de playa imperfecta, ¿quién se puede relajar aquí?

¿Y por qué he redescubierto la playa? Pues porque se ajusta a mis necesidades actuales, que son básicamente la de hacer lo mínimo posible y la de dejarme airear el cuerpo y la mente por la brisa fresquita. En la playa, tumbada en la toalla, como mucho, hay que darse la vuelta de vez en cuando como un lagarto, mirar alrededor por si pasa algo/alguien importante, muy improbable, abrir un libro y volver a cerrarlo, cerrar los ojos y soñar, abrirlos y seguir soñando...

Maravilloso, ¿hay algo mejor?


L’última Onada

L’última onada ha trencat el silenci,
Novament.
segueixo el seu ritme infinit
amb el meu propi pols
i respiro la brisa salina,
intentant-la retenir uns instants més,
els pulmons, però
no es deturen,
bategant també amb el ritme marí.

El petit mur d’aigua es trenca,
enfurismat, remou les poques algues negligides
pel mateix mar una vegada més.

He anticipat el proper cop d’aigua,
trobant confort en l’infal·lible patró matemàtic,
que havent vençut el caos,
finalment,
ha convertit la mar en non-non
i em bressola fins a la son
abraçada pel xiuxiueig infatigable.